Podemos cambiar el mundo

by - 11:19

Hay días en el ciclo de una mujer donde se siente reflexiva y donde su mente comienza a analizar.

Hoy es un día de esos para mí me gustaría compartir contigo el por qué no centro mis esfuerzos en crearme un trabajo, sino en trabajar para crear mi estilo de vida a través de la conexión con mi medio rural y mi creatividad.


Esta historia comienza con dos amigos que se aman hablando en un mirador,
desde el mirador se visualiza el horizonte, un horizonte en tonos rojos, naranjas y amarillos con un océano infinito azul.

Nos encontrábamos teniendo una conversación sobre la vida, cómo la sociedad ha evolucionado y se han creado conceptos estandarizados y que no han ayudado para nada en crear individuos sanos, felices que respeten su entorno ni a sus semejantes.

Este amigo en un momento de la conversación me dijo:

-Karina, no puedes cambiar el mundo.

Sé que este mundo está del revés.

Que la justicia es injusta.

Que nos han enseñado a mirar hacia afuera y no hacia nuestro interior.

Que nos han enseñado a ser iguales cuando cada uno de nosotros en distinto.

Que nos han enseñado a competir en vez de a colaborar.

Que nos enseñan a obedecer en vez de a ser libres.

Que nos enseñan a enjuiciar en vez de a empatizar.

Que nos enseñan a explotar a la naturaleza en vez de cuidarla.

Que nos han enseñado a vivir en el futuro y olvidar nuestro presente.

Eso no lo puede cambiar nadie!


Mientras tanto yo tejía un mandala en una rama, concentrada en sus palabras, pero también en mis manos.  A medida que iba hablando dentro de mí sentía una sensación de dolor, de dolor por darme cuenta la verdad de sus palabras, pero a la vez no estaba convencida.

Es cierto, respondí, yo sola no puedo cambiar el mundo y convertirlo en un mundo de personas respetuosas, libres y felices de hoy para mañana, pero sí puedo aportar mi granito de arena.

Sí puedo ser esa persona de la que sentirme orgullosa y sí puedo ser esa persona que quiero ver en el mundo.

Sí puedo enseñarle a mi hija mediante mi ejemplo que las personas podemos ser libres y felices.

Que lo que represente la felicidad para tí puede que no lo sea para mí, pero te respeto y acepto.

Que la vida es mucho más que ir a un colegio para obtener unas calificaciones y luego competir por un puesto de trabajo que te permita cotizar para jubilarte.

La vida se vive cada instante que tenemos y la mayoría del tiempo lo perdemos en cosas y en tareas que verdaderamente no nos son necesarias. Parece que todos queremos llegar a las 65 años para disfrutar de la vida... Cuando no sabemos si vamos a llegar.

Puedo mostrarle que el valor no está en las cosas si no en lo que nos hacen sentir.

Me imagino a mi hija adulta y libre, siendo y viviendo a su manera por mucho que me duela que quizás no comparta mi visión de la vida.

Pero me consuela que sí he podido cambiar algo, que sí he sembrado mi semillita para que este mundo cambie y sé que como yo hay miles de mujeres sembrando valores y demostrando a sus hijos con su ejemplo cada día que otro mundo es posible, que otra sociedad es posible y que la máxima responsabilidad es nuestra.

Los cambios no vienen de un gobierno o de Dios, los cambios los producimos nosotros desde nuestro interior y siendo coherente con nuestras acciones.

Estoy convencida que un mundo lleno de personas empoderadas, seguras de sí mismas y responsables algún día pueden cambiar el mundo.

El primer pasito es creer que se puede y que solo depende de nosotros mismos.

Así que amigo, lo siento, soy cabezona, ilusa, soñadora, táchame de lo que quieras, pero sí puedo cambiar el mundo.


¿Sientes que también se puede, pero lo ves difícil?

Comienza a ver el cambio en tí, no te de vergüenza soñar con otro mundo distinto. 

Escúchate y comienza a andar el camino de tus sueños, lo imposible amiga, es aquello que no intentas.

Si conoces a alguien a quien le pueda inspirar esta historia compártela, así llegaremos a ser más soñadoras que deseamos ver el cambio.

Gracias por estar aquí, te mando un gran abrazo, Karina.

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